Rosario, la ciudad natal de Leo Messi y Angel Di María, se apasiona con la selección argentina y se ilusiona con que de los pies de los hijos de esta tierra, la Albiceleste logre este domingo en Catar su tercera copa mundial de fútbol.  

Ante Francia "es un partido complicado pero se puede dar. Ojalá que se nos dé. Nos merecemos una alegría", dijo a la AFP Martín Santoro, uno entre decenas de hinchas que se reunieron la tarde del sábado al pie del Monumento a la Bandera, tradicional epicentro de celebraciones frente al río Paraná, en Rosario, 310 km al norte de Buenos Aires.

Para calentar motores y sobrellevar la ansiedad, los rosarinos se convocaron en un "banderazo", en el que además de un enorme estandarte argentino, los hinchas desplegaron una inmensa camiseta albiceleste con el número 10 de Messi, una  manera de alentar a la distancia al equipo dirigido por Lionel Scaloni. "Mucha ansiedad". "Ansiedad, como sea pero ganamos", repetían. 

Si se les cumple el sueño y Argentina conquista la tercera corona mundial de su historia, luego de Argentina-1978 y México-1986, este sitio donde Messi parece mirar a todos desde un mural gigantesco volverá a llenarse de entusiastas la tarde del domingo. 

Para la hora del partido, en el mediodía de Argentina, el tradicional bar El Cairo, que en sus muros homenajea a sus históricos comensales como el fallecido escritor Roberto Fontanarrosa y el cantante español Joan Manuel Serrat, tienen reserva completa.

El VIP, más conocido como "el bar de los Messi", también está a tope. El sol del mediodía impide colocar una pantalla gigante afuera pero hay pantallas para todos en el interior del salón. El bar de "Lío" está emplazado estratégicamente a 100 metros del Monumento de la Bandera, lugar clave si se sale a festejar.

La Rosario albiceleste

Famosa por su tradición futbolera y por ser semillero de 'cracks', Rosario, la tercera ciudad argentina con 1,5 millón de habitantes, se jacta de tener "el clásico más pasional del mundo". 

Lo protagonizan Newell's Old Boys y Rosario Central, con una rivalidad que, según ellos, supera incluso la del célebre superclásico entre Boca Juniors y River Plate. En Rosario, "donde la pelota es una religión de ateos", según la describió el diario local La Capital, la mitad es "leprosa" (Newell's), la otra mitad "canalla" (Central). 

Pero estos enemigos declarados encuentran en la Albiceleste un punto de comunión. Para eso resulta fundamental que cada club tenga su referente en la Selección. Ya había sucedido cuando la "Scaloneta" alzó la Copa América 2021, poniendo fin a 28 años de sequía de títulos. El fervor mundialista vuelve a hermanar a los rosarinos.

Los de Newell's reivindican a Messi, que jugó en sus inferiores hasta que a los 13 años se fue a Barcelona. Los de Central, consideran como propio a Di María, que vistió esa casaca entre los 17 y 19 años hasta que fue vendido al Benfica de Portugal (2007). Ambos siguen su carrera en Europa.

Fuera de esa rivalidad rosarina, porque partió muy pequeño al club San Lorenzo de Buenos Aires, se encuentra Angel Correa, el delantero del Atlético de Madrid que debutó en el Mundial y jugó unos minutos en el triunfo argentino ante Croacia (3-0).

También de estas tierras salió Giovani Lo Celso (Villarreal, ESP), pieza clave en sociedad con Messi en el equipo de Scaloni hasta que una lesión lo dejó afuera del Mundial.

Pujato, sin festejo

A 40 km de Rosario, se encuentra Pujato, un pueblo de 3.700 habitantes en la rica zona agrícola de la pampa húmeda y paso obligado para el transporte de carga desde los campos al puerto. Casi desconocido para muchos argentinos antes del Mundial, Pujato es hoy el célebre pueblo donde hace 44 años nació el DT Scaloni.

Allí donde todo era ilusión mundialista, un accidente fatal en el que murió un joven del lugar llevó luto al pueblo y no habrá festejos aún ganando, dijo el jefe comunal Daniel Quacquarini. 

El propio Scaloni se sumó al dolor y envió condolencias públicas desde Catar, tras el triunfo ante Países Bajos en cuartos de final.