¿Quién es responsable? Los insultos racistas proferidos el sábado hacia el guadameta francés del AC Milan Mike Maignan obligan al fútbol italiano a hacerse de nuevo preguntas sobre su responsabilidad en un fenómeno que se repite.

En veinticuatro horas, puede que Maignan haya dejado una huella más profunda en la historia del fútbol italiano que en sus dos temporadas haciendo paradas decisivas para el AC Milan, su club desde 2021.

En el estadio del Udinese, varios aficionados imitaron el sonido del mono para atacar al portero francés, quien abandonó el terreno de juego, un gesto que obligó al árbitro a suspender momentáneamente el partido.

Al día siguiente, el guyanés expuso la responsabilidad del fútbol italiano en estos incidentes: "Si no hacéis nada, SERÉIS TAMBIÉN CÓMPLICES", escribió en un mensaje en redes sociales.

Mientras la justicia trata de identificar a los autores de estos insultos racistas gracias a los vídeos internos del estadio, la Federación Italiana de Fútbol (FIGC) se encuentra expuesta por este nuevo episodio.

"Nuestro reglamento definido en 2019 ha funcionado, nadie ha apartado la mirada (...) La interrupción de un partido es un mensaje muy fuerte", insistió en Rai Uno su presidente, Gabriele Gravina, en referencia al artículo 62 de sus "reglas de organización interna".

Cuestión de orden público

Este artículo fue adoptado después de que el senegalés Kalidou Koulibaly, entonces jugador del Nápoles, fuera expulsado en diciembre de 2018 por aplaudir irónicamente al árbitro, que no había detenido el partido tras insultos racistas.

"Nuestro reglamento en la materia es el más severo de Europa", aseguran desde la FIGC.

El artículo 62 prevé también la suspensión definitiva de un partido en caso de reincidencia de los insultos, pero este caso no ha llegado a aplicarse nunca.

"La suspensión definitiva de un partido con miles de espectadores en un estadio es una cuestión de orden público, no es algo que nosotros podamos decidir", se defiende el patrón de la FIGC.

El sábado en Udine, el partido se reanudó después de cinco minutos de interrupción. "Hemos dicho al capitán y al entrenador del AC Milan que habíamos hecho todo por garantizar a Maignan una máxima protección", explicó al diario Il Messaggero el árbitro Fabio Moresca.

Tras el partido, ganado finalmente 3-2 por el AC Milan, Maignan declaró en una oficina del Bluenergy Stadium de Udine durante 40 minutos por los representantes de seguridad de la FIGC.

Transmitieron después su informe a la comisión de disciplina, que anunciará el martes la eventual sanción al Udinese.

Según el artículo 28 del código de la FIGC, un club es responsable del comportamiento de sus aficionados si sus gritos, insultos o comportamientos discriminatorios son ampliamente escuchados o difundidos.

Sin embargo, no fueron escuchados ni por la retransmisión televisada ni por otros jugadores. Se trataría de "una veintena de personas en medio de una tribuna de unos 4.600 espectadores", precisa una fuente con conocimiento sobre le proceso.

- Vuelta de los "malos hábitos"

Incluso si el artículo 8 prevé el cierre de la tribuna involucrada durante un partido o más, la suspensión del estadio o incluso la expulsión del club del campeonato, también podría darse el caso en el que Udinese se libre con una simple multa.

Y cuando los clubes han sufrido el cierre de tribunas durante un partido, como la Lazio a principios de enero por imitaciones de mono hacia el atacante de la Roma Romelu Lukaku, presentan sistemáticamente un recurso.

"Hay que trabajar en la gente que viene a los estadios para dejar explotar ciertos impulsos", aboga Umberto Calcagno, presidente de la Asociación Italiana de Jugadores (AIC).

Según esta institución, la mitad de los insultos hacia jugadores son de carácter racista.

En 2023 se dictaron 2.956 prohibiciones de entrada a estadios por comportamientos discriminatorios y actos de violencia, contra las 1.865 de 2022.

"Después de la pandemia de covid es como si la gente hubiera vuelto a malos hábitos", explica a la AFP el sociólogo Nicola Ferrigni.

"Es como si las instituciones se hubieran relajado un poco, después de haber logrado (antes de la pandemia) llevar a las familias al estadio".

Según este sociólogo, el fútbol italiano tiene retraso en cuanto al encaje de los ultras. "El desarrollo de los 'Supporter Liason Officers' que hacen de puente entre los clubes y los aficionados es muy tímido en Italia en comparación a lo que se hace fuera en Europa".