La estadía de Luis Suárez en Brasil fue más corta de lo esperado, pero aún así dejó huella: el delantero uruguayo guió al Gremio a la Copa Libertadores y al subcampeonato del Brasileirao en la temporada que regresó a la primera división.

La razón para salir antes de lo planeado es la misma que pone en suspenso el futuro de su carrera, en la antesala de cumplir 37 años: el punzante dolor en la rodilla derecha con el que se levanta "cada mañana".

El Pistolero había firmado hasta diciembre de 2024, pero la "intensidad" del balompié brasileño -Gremio disputó 64 juegos en 2023- no ayudaba a su "lesión crónica" y lo obligó en julio a anunciar que su periplo en tierras "gaúchas" no completaría el año. 

El epílogo de una trayectoria laureada puede ser el Inter Miami de la MLS, un campeonato de calendario menos exigente y donde se reencontraría con su amigo Lionel Messi, según versiones periodísticas.

Pero Luisito no da pistas de lo que viene, apenas dejó en claro que priorizará su salud y unas vacaciones con su familia.

"Cada vez que me levanto de la cama es difícil para mí. Soy muy cabeza dura y quiero seguir jugando al fútbol, pero todavía no sé qué va a pasar", dijo el domingo en una rueda de prensa.

Ese día se despidió de los hinchas del tricolor gaúcho en la Arena do Gremio, en la ciudad de Porto Alegre (sur), anotando el tanto de la victoria 1-0 contra Vasco da Gama.

Los 'torcedores' llenaron el estadio (más de 50.000 espectadores), lo ovacionaron y le rindieron un emotivo homenaje a él y su familia.

"Me llevo mucho cariño, demasiado para lo que esperaba", afirmó.

Despedida goleadora

Este miércoles, fiel a su estilo, salió por la puerta grande del fútbol brasileño en el emblemático Maracaná de Rio de Janeiro.

En el estadio donde Uruguay venció a Brasil en la final del Mundial-1950, en el llamado Maracanazo, marcó un doblete -incluido un penal cobrado a lo Panenka- en la victoria 3-2 contra Fluminense que garantizó el subcampeonato.

Desde que desembarcó como héroe a Porto Alegre, en enero, marcó 29 goles y dio 17 asistencias en 54 partidos, para graduarse de artillero del equipo y segundo (17) del Brasileirao.

Ganó el Campeonato Gaúcho y la Recopa Gaúcha, con triplete incluido. Llegó hasta semifinales de la Copa do Brasil y peleó la estrella liguera hasta la penúltima jornada, pero el Palmeiras acabó por sellar el bicampeonato. 

Todo eso como capitán y en la temporada en que Gremio, tricampeón de la Libertadores (1983, 1995, 2017), regresó a la élite tras haber estado el año pasado en segunda división. 

Y en el aspecto económico, fue un gran negocio para el club: desde su arribo, la institución registró récords de ventas en sus tiendas oficiales y de inscripciones de socios. 

"Es el cuarto mayor goleador del mundo (en actividad, ndlr), no hay mucho más por decir", dijo el DT Renato Portaluppi.

A finales de noviembre le concedieron el título de ciudadano de Porto Alegre y la Medalla del Mérito Farroupilha, entregada a quienes contribuyeron al desarrollo de Rio Grande del Sur.

¿Retiro?

Varios periodistas lo consideraron el crack del Brasileirao, pese a que ya no tiene la explosividad de antes.

Políticos e hinchas pidieron que se quedara, especialmente para pelear la Libertadores, que Gremio no disputa desde la edición de 2020-21, pero el exdelantero del Barcelona (ESP) y el Liverpool (ENG) tuvo que declinar.

"Es algo que me hubiese gustado jugar, pero el que habla es mi cuerpo. El dolor que siento yo en el día a día es mucho. Tengo que pensar en el Luis Suárez ser humano", afirmó el '9'.

En julio, en medio de rumores de un retiro, anunció su salida anticipada y habló abiertamente de su problema en la rodilla derecha, surgido tras una operación que le realizaron en Barcelona a principios de 2020 y cuya rehabilitación fue truncada por la pandemia.

Varias veces exteriorizó sus gestos de dolor, incluso desde el calentamiento, y evitó los juegos en gramas sintéticas para evitar mayores impactos. 

El domingo, en una entrevista con la radio uruguaya Sport 890, dijo que pasa dos horas al día en sesiones de tratamiento y debe infiltrarse antes de jugar. A veces la rodilla se tranca y no puede doblarla; por lo general, renguea. 

"Ahora está todo bien, la artrosis, la podés soportar, pero no puede ser que en cinco o en diez años quiera jugar con mis amigos y no pueda", afirmó.

"Necesito descansar, pensar bien lo que voy a hacer, porque no es fácil decir basta, el jugador de fútbol no está preparado para el retiro".